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La obesidad multiplica por siete el riesgo de artrosis

 

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La artrosis es una enfermedad reumática que suele aparecer a partir de los 50 años, aunque no es exclusiva de la vejez. Causa una gran incapacidad motivada por la lesión del cartílago articular, lo que produce dolor y rigidez. A pesar de que es una patología en la que se ha registrado un bajo índice de mortalidad, aumenta de forma progresiva con la edad y es causa de incapacidad laboral. Su prevalencia es elevada, sobre todo, entre las mujeres. Sin embargo, aunque hay algunos factores determinantes en su aparición contra los que poco se puede hacer, muchos estudios apuntan a una asociación importante entre sobrepeso y artrosis.

Una razón de peso

La obesidad incrementa el riesgo de degeneración del cartílago. Ésta es la conclusión a la que llega un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Radiología de la Universidad de Boston (EE.UU.), y publicado en «Radiology». Para la investigación, los expertos han estudiado a más de 3.000 personas entre 50 y 79 años con riesgo de sufrir artrosis o signos radiológicos de enfermedad temprana. Según apuntan los autores, para cada incremento en un punto en el índice de masa corporal (el IMC, que relaciona el peso con la talla de una persona e indica el grado de sobrepeso), el daño en el cartílago aumentaba hasta un 11%.

Sin embargo, tal pérdida no se relacionaba con otros factores como la edad, el sexo o el grupo étnico. La manera en que ha debutado la enfermedad ha sido en forma de lesión en el menisco, inflamación de la membrana que recubre la articulación (sinovitis) y derrame sinovial, los primeros signos característicos de personas con sobrepeso.

Los malos hábitos alimentarios, junto con una vida sedentaria, hacen mella entre los más jóvenes. La generalización de hábitos nada saludables ha provocado la disminución significativa de la edad de aparición de los primeros síntomas de la artrosis, según la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista (Semergen). Los datos disponibles muestran que un sobrepeso del 20% multiplica por diez el riesgo de sufrir artrosis en la rodilla.

Parece ser que, además de prevenir la enfermedad y retrasar su aparición, una pérdida de peso también alivia los síntomas si la artrosis se ha originado. Un peso adecuado no elimina los síntomas dolorosos, pero los disminuye, concluye un estudio reciente llevado a cabo en la Universidad John Hopkins (EE.UU). Para los expertos, con sólo bajar siete kilos «extras» se reducen al 50% los síntomas de la artrosis de rodilla.

En España, la mitad de los pacientes con esta patología son obesos. Por este motivo, los expertos destacan la importancia de seguir unos hábitos alimentarios y de ejercicio físico correctos, tanto en el ámbito de la prevención como en el del tratamiento. La Sociedad Española de Reumatología ha elaborado una serie de recomendaciones para intentar mejorar la calidad de vida de los afectados y una lista de fármacos analgésicos y antiinflamatorios de elección. Sin embargo, el tratamiento no farmacológico, como el ejercicio físico, una dieta equilibrada baja en grasas o la rehabilitación son claves para conseguir mejorar los síntomas.

Repercusión económica

Además de la repercusión en la calidad de vida de los afectados, la artrosis supone unos costes nada desdeñables para el sistema sanitario español. Los últimos datos disponibles muestran que, junto con el cáncer, es la segunda patología que más gasto sanitario genera. Por delante sólo se encuentran las enfermedades cardiovasculares. El tratamiento de la artrosis de rodilla y cadera, las formas que más invalidan, suponen un coste aproximado de 4.700 millones de dólares anuales. Los gastos directos constituyen el 86%, mientras que los indirectos, por bajas laborales y algún tipo de incapacidad, son el 14%. Se calcula que por cada paciente con artrosis se invierten unos 1.500 dólares al año.

El estudio ARTROCAD ya apuntaba los motivos. Este trabajo, desarrollado por la Sociedad Española de Reumatología y la Sociedad Española de Medicina Familiar y Generalista, analizó una muestra de 1.300 pacientes, con una edad media de 71 años. El 93% de la población estudiada pertenecía a una clase social media o baja, en un 74% eran mujeres y sólo el 10% estaba en activo. En la mayoría de los casos se daban enfermedades asociadas, como hipertensión arterial (57%), diabetes (19%), enfermedad vascular periférica (15%), enfermedades cardíacas (10%) o pulmonares (8%). Llamaba la atención que todos los encuestados habían visitado al médico de familia una vez al mes y, en los últimos seis meses, habían acudido una vez al especialista del aparato locomotor.

En cuanto al tratamiento, el 70% tomaba analgesia y otro 70% antiinflamatorios (cerca de la mitad de los encuestados combinaba los dos tratamientos), un 10% se medicaba con fármacos de acción lenta y el 5% había recibido inyecciones de ácido hialurónico para la artrosis de la rodilla. Con todo ello, además, el 60% tomaba algún protector gástrico.